Estilo, moda, belleza (y salud)

Cosas de mujeres

jueves, marzo 25, 2010

Porque las apariencias sí importan, y mucho

Uno de los remedios más efectivos del mundo, utilizado no sólo por mujeres (también por hombres), para levantar el ánimo es darse un capricho. Y después, pasada la euforia de la novedad, siempre queda el pequeño triunfo de saber que eso que tienes delante es tuyo, ¿o no?
El objeto de deseo no tiene por qué ser carísimo, ni físicamente grande, solamente nos tiene que gustar. Tampoco ha de ser estrictamente útil; llegados a este punto, no hablamos de necesidad, sino de mera vanidad.
Y es que no es lo mismo. Aunque estemos hartas de oír que la belleza de las cosas no está en el exterior, que lo bonito es más caro y menos útil, que... no es lo mismo. A todas nos gusta tener cosas originales y, por qué no, enseñarlas. Si esto lo trasladamos a un mundo tan visual como el de la cosmética, todo encaja.
Déjate seducir por las apariencias y verás... Las hay que confunden, como la de Einstein, un genio con pinta de loco. Las hay que engañan, como la de los lobos con piel de cordero. Pero también las hay que atraen sin más, y ésas son las apariencias que valen la pena, las que nos hacen desear algo que luego, además, no es una mentira.
Las marcas de belleza saben que a cualquiera de nosotras le bastaría con tener unos cuantos productos concretos para el cuidado diario y otros para maquillarse, pero idean mil y una fórmulas para hacer atractivos sus artículos y convertir una simple barra de labios en un pequeño tesoro. Y es que el mundo del marketing se está volviendo cada vez más sofisticado, y está dando lugar y fomentando el culto a la apariencia. Y si no, ¿por qué los stands de cosmética de los grandes almacenes están repletos de piruletas que en realidad son brillos de labios, pequeños animales que encierran sombras de ojos, yogures que hidratan el cuerpo, frutas convertidas en frascos de colonia...? Porque son productos que convierten el ritual de belleza en algo lúdico, e invitan a la mujer a cuidarse y usar la cosmética sin percatarse de que es algo rutinario. Ofrecen a la consumidora novedosos productos que convierten el maquillaje en algo accesible y saludable para el estado de ánimo. Además, ver en nuestro neceser o bolso alguno de estos caprichos facilita según los psicólogos la aparición de una sonrisa, mejora la sociabilidad y eleva la autoestima.