La envejecen para que resulte creíble en el noticiario
En una época en la que los tratamientos de belleza avanzan por doquier para lograr que eliminemos la pesada huella del tiempo en nuestros rostros, la periodista y presentadora de noticias francesa Laurence Ferrari, que llegó a ser aclamada como una de las presentadoras más glamurosas de la televisión de su país, ha tenido que deshacerse de todo aquello que la hacía atractiva a ojos de los espectadores para que éstos "la tomen en serio" y resulte así más creíble a la audiencia.
Al parecer, su melena rubia, el brillo de labios y su joven y fresca sonrisa generaban cierta desconfianza en los espectadores del canal TF1, de una media de 60 años, por lo que la presentadora, de 42 años, con la aquiescencia de sus superiores, se ha visto forzada por los asesores de imagen a aparentar el aspecto más "apropiado" para su edad en un último intento de remediar la decapitación de la periodista con esta terapia de envejecimiento de urgencia algo cruel, ¿no?
Por ello ha cambiado su corte de pelo, su maquillaje, su ropa y todo aquello que hizo que en un tiempo ya pasado los orgullosos directivos de la cadena la presentaran como un "icono hollywoodiense".
Quizá era demasiado joven para el cargo. Quizá le gustan las máscaras senatoriales al pueblo francés. Quizá haya que poner entre interrogantes el culto absoluto a la juventud. Éstas son algunas de las razones por las que a Ferrari la maquillan ahora como si tuviese más edad. Le destacan las arrugas que todavía son imperceptibles. La visten como a una señorona. La peinan como a una maniquí que superara con amplitud los 50. Con todo, a la periodista no le ha quedado más remedio que adaptarse a su nueva imagen, que responde también a un intento de la cadena por recuperar una notable pérdida de audiencia en el último año. Sólo falta que le pongan canas y que la enseñen a mirar con melancolía a la cámara.
Por cierto, en su día se afirmó una supuesta relación sentimental de la presentadora con el actual jefe del Estado francés Nicolás Sarkozy en el interregno que medió desde la marcha de la por aquel entonces esposa Cecilia a la llegada de la despampanante y cautivadora Carla Bruni. La revista que dio cuerpo al rumor fue condenada, no obstante, a indemnizar a Ferrari, aunque... (tened en cuenta que por aquel entonces no tenía que disfrazarse "de Halloween" para salir en la tele y guapa lo es un rato.)
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