¿Cuerpos perfectos? ... No tanto
Según afirma la profesora y antropóloga estadounidense Elizabeth Cashdan, de la Universidad de Utah, tener un cuerpo perfecto con la clásica forma de un reloj de arena podría no ser tan beneficioso como se pensaba para nosotras las mujeres. En sus estudios concluye que las hormonas que hacen a las mujeres físicamente más fuertes, competitivas y capacitadas para lidiar con el estrés diario tienden a redistribuir la grasa de sus caderas hacia la cintura; por este motivo, en las sociedades en las que las mujeres tienen la carga de llevar el alimento al hogar, las figuras a lo Marilyn Monroe tienen un menor atractivo.
Hasta ahora se pensaba que tener una cintura estrecha (con un talle 0,3 veces menor que las caderas) era un sinónimo de éxito, ya que se asociaba con una mayor fertilidad y menores tasas de enfermedades crónicas y, según varios estudios, era la ratio preferida por la mayoría de los hombres. En cambio, esta investigación sostiene que en países como Grecia, Portugal o Japón, donde las mujeres tienden a ser menos independientes económicamente, es donde los hombres valoran más la forma de reloj de arena, mientras que en países como Gran Bretaña o Dinamarca, donde la igualdad económica entre sexos es mayor, esta forma física es bastante menos valorada.
Y en las sociedades no occidentales donde la comida escasea y las mujeres tienen la carga de obtenerla, los hombres prefieren las menores ratios posibles entre cintura y talle (cuanto más bajo es el número, mayores son las curvas). Y es que si en el pasado la mujer era su cuerpo, ahora también es lo que hace y quién es como persona.
Las hormonas de las cuales se obtiene la fuerza y la entereza femenina también transfieren grasa de las caderas a la cintura, lo que resulta en una mayor proporción cintura-cadera o WHR (fórmula creada por la antropóloga para medir las curvas). El perfil hormonal asociado con un alto WHR (altos niveles de andrógenos y cortisol y niveles bajos de estrógenos) podría propiciar un mayor éxito en la competencia por los recursos, especialmente bajo circunstancias difíciles y estresantes. Los andrógenos incrementan la seguridad, agresión competitiva y la masa muscular, mientras que la cortisol mejora la habilidad para tolerar el estrés.
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