Iluminando mi casa
Iluminar adecuadamente una vivienda no supone simplemente elegir unas buenas luces. Lo más importante es, de entrada, tener muy claras las necesidades de luz de cada espacio, así como saber si se quiere destacar o dotar de personalidad algún detalle en concreto. Hay que responder a tres preguntas: qué hay que iluminar, cómo y con qué elementos. Una vez definidas las necesidades convendrá pensar cuál será la mejor fuente de luz en cada caso. Es recomendable dejarse aconsejar por un especialista que explique las características de cada una y valorar ciertos aspectos como su coste, la adquisición de repuestos y el consumo eléctrico. Así, por ejemplo, en el salón, y otros lugares en donde se acostumbra a estar durante bastante tiempo, no es confortable disponer de una sola lámpara en el centro del techo para alumbrar el recinto. Como norma general, se suelen considerar tres tipos de iluminación:
Iluminación general o de ambiente: es la que proporciona la luz que se precisa para desplazarse y realizar tareas. Ha de procurarse que sea uniforme y sin sombras.
Iluminación de trabajo: la luz debe ser uniforme pero de mayor intensidad en aquellos lugares específicos donde se realicen tareas que requieran mejores condiciones de visibilidad.
Iluminación de destaque: deberá ser mucho más intensa que la general y estar dirigida y concentrada en puntos de interés específicos como cuadros, fotos u otras obras de arte.
Disponer de estas capas de iluminación proporcionará a los usuarios la posibilidad de utilizarlas simultáneamente o de efectuar las combinaciones que mejor se adapten a diferentes momentos o situaciones.
La decoración del ambiente se ve afectada en gran medida por la elección de las luminarias. Por tanto, también es aconsejable tener en cuenta a la hora de escoger una lámpara, aplique o foco, si se encuentra 'en sintonía' con el estilo del entorno. Una vez que se cuenta con el elemento adecuado hay que emplazarlo en el sitio más idóneo, en un lugar donde no se hagan sombras para obtener un resultado óptimo. Cada una de las distintas estancias de un edificio presenta características propias y, en consecuencia, requiere de soluciones lumínicas diferentes. La ayuda de un técnico en luminotecnia puede ser muy valiosa sobre todo para crear la sensación de espacios más grandes, disimular fallos en suelos y paredes y concentrar la atención en un solo punto de la vivienda.
La iluminación de la entrada debe alumbrar con rotundidad hacia el interior de la casa y destacar adecuadamente algunos detalles decorativos que definan el carácter de sus moradores.
El salón es una de las habitaciones más representativas de la vivienda. En ella es donde se celebran las reuniones, se conversa, se ve la televisión, se lee o se escucha música, entre otras muchas actividades. Para responder adecuadamente a tan variadas funciones, incluso simultáneamente, la iluminación habrá de ser muy flexible y confortable. La cantidad de luz artificial que se precise dependerá considerablemente de la claridad de las paredes, el techo y el suelo, y la del mobiliario. Un cómodo sillón o un sofá cerca de una buena luz se convierte en un perfecto rincón de lectura. Una lámpara de 60-100 watios, de mesa o de pie, situada por detrás del hombro del lector será suficiente. Si la luminaria puede regularse mediante un dispositivo para controlar el brillo y la intensidad de la luz, mejor.
Una mesa de estudio o destinada a juegos requiere un buen nivel de iluminación para propiciar un buen clima dinámico. Para el estudio nada como un buen flexo. En ratos de esparcimiento, lo ideal es un punto de luz colgante regulable en altura de haz bien abierto. Otra posibilidad es ubicar una lámpara de pie de enfoque regulable a un costado.
En la mesa del comedor la luz debe ser cálida y el reflejo de los colores de los alimentos lo más real posible. Una buena lámpara colgante central es imprescindible, mejor si su luz es muy transparente y dispone de un mando para controlar los brillos. Para completar la iluminación, una buena idea es colocar un par de apliques de pared.
La cocina constituye un lugar de trabajo concebido para la preparación de la comida, desayunar, comer, etc. En la encimera, sobre los fuegos y en otros sectores se desempeñan tareas que requieren buenas condiciones de luz para evitar accidentes. En estos puntos el nivel de iluminación recomendado debe partir de los 700 lux (unidad derivada de iluminancia o nivel de iluminación). Por otro lado, considerando las multifunciones de la mesa de la cocina, habrá que planificar sobre ella un sistema capaz de alcanzar los 500 lux, a ser posible que disponga del dispositivo regulador del brillo.
Lo principal en el dormitorio es conseguir un ambiente agradable que invite al descanso. Pero, además de dormir, en los dormitorios se lee, se ve la televisión, se escribe, etc. Por ello es necesario una iluminación general difusa además de luminarias coincidentes con los bordes de la cama o lámparas en las mesillas de noche. Es conveniente que sean direccionables para evitar molestar a la persona que se encuentra en el lado contiguo de la cama.
Por último, en el baño se desarrollan diversas tareas relacionadas con la estética y la belleza, como el afeitado o el maquillaje, que requieren otro sistema de iluminación además de la general. Respecto a la iluminación del espejo, hay que recordar que lo que se debe iluminar no es la luna sino el rostro de quien se mira en ella, a ser posible desde los costados.
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