Relleno de nalgas brasileño
Para un número cada vez mayor de mujeres norteamericanas tener un culete atractivo ha dejado de ser un sueño para convertirse en una realidad tras someterse a una operación que consiste en inyectar su propia grasa en las nalgas. Elocuentemente llamadas “Relleno de nalgas brasileño”, estas intervenciones son particularmente populares entre las latinas y afroamericanas de Nueva York. Su sueño es lograr un pandero como el de la puertorriqueña por excelencia Jennifer López, firme y de una perfecta talla seis; o como el de la actriz de origen cubano Cameron Díaz, pero sin tener que ayudarse con la práctica del surf, o, cómo no, similar al de la cantante colombiana Shakira.
Según el último informe anual de la ASPS (Asociación Americana de Cirujanos Plásticos), los hispanos constituyen la comunidad estadounidense que más se somete a operaciones de cirugía estética, con un total de 921.000 intervenciones registradas en el año 2005. El aumento se atribuye a la mayor información disponible sobre los beneficios de la cirugía, a la aceptación de la especialidad y a la creciente capacidad adquisitiva de ese grupo, pero también -en buena medida- a la influencia de los medios de comunicación.
“La cirugía está de moda y los pacientes leen sobre ella en sus periódicos o revistas favoritas, además de verla regularmente por la televisión”, señala Bruce Cunningham, presidente de la ASPS. En la clínica del cirujano plástico neoyorquino Brad Jacobs, las mujeres que acuden a modelar su trasero usan como referencia la guía “Star Butts“, en la que pueden seleccionar los que lucen estrellas como Paris Hilton, Eva Longoria y Jessica Simpson. Para las latinas y afroamericanas, tener las curvas de celebridades como Jennifer López o Beyoncé es una cuestión estética pero también “de derecho”. “Las afroamericanas y latinas tienen una necesidad étnica de tener el trasero grande”, señala el doctor George Lefkovits, un cirujano plástico que realiza el “Relleno de nalgas brasileño” desde hace cinco años en su clínica de Manhattan. Por lo general, las latinas y afroamericanas se avergüenzan más de tener nalgas pequeñas que de un busto pequeño, y este complejo les lleva a recurrir a un cirujano plástico que les pueda dar lo que la genética les ha negado.
La fijación con el culo parece haber cobrado más fuerza con la llegada del nuevo siglo, y de hecho entre la comunidad de cirujanos plásticos hay un dicho que reza: “Jennifer López ha hecho por el trasero lo que Pamela Anderson hizo por la parte delantera de la mujer”. Si bien el aumento de busto con silicona estuvo de moda en los años 80 y la liposucción de las piernas y el abdomen en los 90, éste es el momento del “dérriere”. Las operaciones para agrandarlo aumentaron un 283 por ciento de 2000 a 2005, según la ASPS.
El procedimiento, que puede costar entre 10.000 y 15.000 dólares, dependiendo de la clínica, consiste en extraer grasa (liposucción) de otras partes del cuerpo, como las caderas, la cintura, el abdomen o las piernas, e inyectarla en las nalgas. La operación lleva alrededor de cuatro horas y la recuperación es bastante rápida, ya que la persona puede sentarse al día siguiente. El procedimiento de inyección de grasa representa un avance en el campo de la cirugía estética respecto a la inserción de implantes de silicona, que sólo es recomendada en pacientes muy delgadas que no poseen suficiente grasa extra en el cuerpo.
“El relleno de nalgas brasileño tiene menores riesgos de infección que los implantes de silicona y además resulta en traseros más naturales, sensuales y suaves al tacto”, dice el doctor Ricardo Rodríguez, que tiene su clínica en Baltimore, Maryland. A sus pacientes, el doctor siempre les recuerda que “el trasero perfecto no es necesariamente grande, sino con forma bonita, ya sea en forma de pera, melocotón o corazón”.
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